Cuando el sol asoma por el horizonte, el campo y su pequeño ecosistema despiertan alrededor del Mandala con el melodioso sonido de los pájaros. Los primeros rayos acarician el campo dormido, calentando suavemente el cielo teñido de rosa y las plantas de judías más altas entrelazando sus mazorcas de maíz.

El silencio de la noche se disipa gradualmente, sustituido por una sinfonía de pájaros. El primero en hablar es el petirrojo, posado en una rama cerca de la ventana de una casa. Su melodiosa voz despierta los alrededores. Su canto suave y melancólico llena el aire fresco de la mañana, creando una atmósfera tranquila y encantadora.
Grabación
Despertar de la naturaleza en medio del Mandala por la mañana:

En los árboles cercanos, los herrerillos comienzan su serenata matutina. Sus gorjeos y trinos llenan el aire, vibrando de energía y alegría. Sus variados cantos se mezclan armoniosamente, formando una sinfonía de notas alegres.
De repente, el gorrión común se une al coro, añadiendo su voz llena de vida y vitalidad. Sus rápidos y vivaces gorjeos evocan un suave bullicio, invitando a los demás pájaros a unirse a la fiesta musical. En respuesta, el pájaro carpintero tamborilea sobre el tronco de un viejo roble, marcando el ritmo de la canción de la naturaleza con su constante repiqueteo.
En un ballet aéreo, aparecen los jilgueros, con sus coloridas alas brillando a la luz del sol naciente. Su complejo y melodioso canto, entretejido de trinos y gorjeos, crea una sinfonía fascinante que cautiva al público matutino.

Mientras tanto, las tórtolas alzan el vuelo con gracia, emitiendo su arrullo tranquilizador. Sus llamadas suaves y reconfortantes se mezclan con la atmósfera apacible, llenando los corazones de quietud y serenidad.
Por último, el mirlo se eleva desde una rama solitaria, revelando su potente e inquietante voz. Su melodioso y variado canto, como una sinfonía bien orquestada, marca el clímax del despertar de los pájaros. Su canto resuena por toda la campiña, atrayendo la atención de todos los oyentes atentos.
A medida que el sol asciende en el cielo, la sinfonía de los pájaros se apacigua gradualmente, dando paso a la actividad diurna. Los armoniosos cantos de los pájaros matutinos siguen resonando en el aire, llevando consigo un aura de belleza y tranquilidad.
Con la creación del huerto Mandala y su corona de flores para polinizadores, cientos de animales de todo pelaje y plumaje se han instalado en los jardines de Kerbeleg. Un concierto encantador, más fuerte cada mañana, despierta a la naturaleza dormida y deleita el alma de nuestros huéspedes y de quienes se toman el tiempo de escuchar.